C. G. Jung y la Terapia Estructural del Aura
Uno de los conceptos más importantes de la TEEA es el de movimiento profundo del alma. Este alude a la transformación psíquica y energética que va ocurriendo durante la sanación, que se da al ir tomando más y más contacto con nuestra alma, representada por nuestro maestro y guías internos.
Porque el alma está en constante flujo (o al menos así la podemos representar), siempre en búsqueda de expresión y realización. Refiere al aprendizaje emocional que debe hacer el yo, el cual en términos energéticos puede entenderse como la integración de ciertas “energías” de índole arquetípica. Es decir, son energías que ya están en el alma profunda, pero que deben ser hechas conscientes y trabajadas intencionalmente. El trabajo de sanación de las estructuras energéticas de nuestro campo emocional, que en el aura se expresan como bloques, corazas, heridas, lazos, vacíos, etc., es parte de ese proceso. Éstas hasta cierto punto representan los errores que hemos cometido. El sólo hecho de integrar nuevas energías permite que se vayan soltando y sanando.
El movimiento profundo de alma, a su vez, es hasta cierto punto equiparable a lo que Jung llama individuación, proceso en el que el yo va logrando integrarse cada vez más con el Sí Mismo, el arquetipo del alma o personalidad total. En éste, lo más significativo es el reconocimiento y trabajo sobre “la sombra”, que son todos esos contenidos o “energías” que no han sido aceptados conscientemente por el yo. Éstos en el aura tienen una expresión como “vacíos” y son el origen de muchas estructuras.
Es por eso por lo que entender a Jung es entender muchísimo la dinámica en la que opera la TEEA. Aporta una enorme comprensión sobre todo en lo que se conoce como energética del valor, que en la TEEA ocupa un lugar central. Apunta al trabajo alquímico de hallar el propio “oro del alma”, el cual llena los vacíos de la identidad y sienta las bases para la sanación de heridas y vacíos.