Hacia una Conciencia más allá del Ego

Te invito a reflexionar…

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Cuando comienzas a trabajar tu espiritualidad desde cero, eliminando las maquetas y los moldes, comienza el trabajo contigo mismo de hacer consciente tu energía para luego hacer consciencia de tu alma.

En este proceso es común que comiencen a despertar muchas cosas: percepciones, capacidades, recuerdos de vidas pasadas, conexión con el mundo energético. Y es también muy común que esto traiga consigo un sentimiento superioridad, donde el ego empieza a apoderarse de tu identidad.

Comienzas a sentirte poderoso, con una capacidad poco usual. De algún modo te sientes poseedor de un mayor entendimiento que las personas que te rodean. Empiezas a creer que eres un ser completo y espiritual… un adulto espiritual.

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Quiero decirte que ese estado no es el de un adulto espiritual, sino el del ser espiritual adolescente, donde necesitas aún madurar y ver más allá que tu propio ego alimentado por sensaciones.

Son muchas las trampas que el propio ego te pone: “por qué otras personas no ven lo mismo que yo… por qué no “gozan” de la misma suerte de ver lo que yo veo o de sentir lo que yo siento… por qué ellos no lo aprecian como yo”.

De algún modo te sientes especial, pero al mismo tiempo eres un incomprendido. Quizás te sientes solo y aislarte sea la respuesta. Te dices a ti mismo frases como: “yo entiendo, los demás no”… “ellos deberían preocuparse porque el despertar espiritual es lo más importante”… “tienen que creer en lo que yo les digo”.

Comienzas a caer más y más porque te empiezas a sentir inseguro, aparece la necesidad de que la sociedad valide lo que sientes o lo que ves, de a poco surge el temor a ser visto como alguien poco serio, o lo que es peor, un loco… un desadaptado. ¿Qué miedo, no?

Estando en esa situación le pregunté a mi “maestro” -mi guía espiritual- lo siguiente: ¿Cómo evito las trampas que me pone mi propio ego: la sensación de superioridad y la necesidad de control? Me dijo:

“Tú con lo que haces como sanador aportas un grano de arena hacia un nuevo descubrimiento personal. Experimentar un poco de luz, sentir, aunque sea por un instante cosas que no puedes ver ni tocar, enseñar a las personas a cuidarse de cosas que no han podido ver ni estudiar. Ese grano de arena va al colectivo, aporta a una consciencia global, aunque no seas capaz de verla, se puede sentir. Otra persona, con otra profesión aporta otro elemento, por ejemplo, un momento de felicidad, otra aporta educando, otra te aporta una lección de vida. Todos ellos son igual de importantes, no importa si no comienzan desde el mismo punto de vista que tú, pero todas las personas que aportan a este colectivo entregan elementos igual de importantes y relevantes. Esto se llama Consciencia Colectiva”.

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Entonces reflexionemos: estamos remando hacia la misma dirección, solo que desde puntos de vista o puntos de partida diferentes. Siempre que exista una buena intención de por medio, una intención de ser un aporte, una intención de ayudar sin celos, TODO SUMA. Todo es un aporte para nuestra consciencia colectiva, la humanidad.

Espero que con todo lo que está pasando en nuestro planeta, en nuestra sociedad nos replanteemos. ¿Estamos aportando o nos estamos olvidando de quienes somos como grupo? ¿Y si dejamos de ser individuales por un minuto, dejamos de enfocarnos en el yo y le extendemos la mano a la persona de al lado? ¡Aprenderíamos mucho más!! No te puedes sentir superior a otra persona si buscan lo mismo, si aprenden lo mismo,  solo que desde un razonamiento diferente. No eres superior por ser “espiritual”, solamente elegiste un camino. Todos los seres humanos de alguna forma eligen caminos. Sigamos recorriendo los caminos del alma, apoyémonos entre todos aportando desde el corazón y estaremos disfrutando de este hermoso viaje que es vivir.